Escrito por: Jonatan Romero.

Andrés Manuel López Obrador anunció con bombos y platillos en 2018 que su proyecto de nación impulsaría una red ferroviaria de gran calado que se basaría en los siguientes lugares: 1) Toluca – Ciudad de México, la región del istmo de Tehuantepec y la península de Yucatán. La visión geopolítica y de desarrollo regional tenía una impronta muy interesante y, con lo anterior, las empresas españolas perdían su hegemonía, ya que monopolizaron la construcción de autopistas. La cuestión central fue en este tema que la derecha mexicana inició una serie de intrigas contra el proyecto del presidente, puesto que, según ellos, la infraestructura en particular eran obras faraónicas.

Mas tarde que temprano, la historia puso a todos justo en su lugar, ya que, mientras, la infraestructura se fue consolidando en esto cinco años, por el otro lado, los medios de comunicación no paraban de invadir de noticias falsas sobre los trenes. El futuro de la economía era incierto, porque el presidente no tomaba en serio las prioridades del país o eso decían “los críticos” de la 4T. Los datos se fueron imponiendo de manera tajante y, al cierre del primer semestre de 2023, los informes están paralizando a la derecha mexicana. Los trenes representan un hito histórico en la forma de gobernar y estos son el pilar de una forma diferente de hacer economía dentro de la hegemonía del neoliberalismo.

Los informes técnicos dictan de alguna manera que la economía mexicana tiene dos grandes motores en la era de la 4T. El primero sería el consumo privado y público, el segundo se sustentaría en la inversión fija pública. Sobre el último elemento, la construcción de los trenes representa el 70% de ese rubro, es decir la inversión pública tiene su principal sostén en los megaproyectos ferroviarios del presidente Obrador. La derecha mexicana nada ha dicho sobre los nuevos reportes técnicos de las instituciones financieras y, tampoco, esta ha resaltado el aporte al crecimiento económico del país de la red ferroviaria. Dentro de la lucha de clases en México, Obrador desarmó totalmente al pensamiento neoliberal cuando colocó una forma alterna de hacer economía en el país.

De este suceso se deben rescatar algunas consideraciones, por ejemplo, que la economía no debe estar al servicio de las oligarquías financieras y que el eje central sea “por el bien de todos primero los pobres”. Entonces, la primera lección es frente a la organización ferroviaria en el país que la planeación económica y territorial no debe basarse en la lógica del capital, sino el sustento deb3 ser las necesidades de la clase trabajadora mexicana. La segunda lección puede ser dentro de la geopolítica que la economía mundial no puede estar alejada de nuestro país y México necesita utilizar las coyunturas del exterior para lograr su soberanía. La tercera sería en el debate de las regiones que el gobierno popular es el único que puede romper las desigualdades regionales heredadas por el colonialismo.

Finalmente, la economía regional de la 4T tiene desde este punto de partida hacia una economía socialista. La directriz debe enmarcar que los trenes deben pasar de un órgano centralizado hacia una democracia proletaria. El proletariado debe controlar las fases de integración regional y geopolítica de la red ferroviaria. Entonces, la segunda fase debe integrar las siguientes líneas: 1) una que recorra todo el pacífico, 2) otra que integre al norte del país, y 3) que conecte a Veracruz, CdMx y Acapulco. La soberanía en vías de comunicación tiene su génesis en los trenes y tomar el control de las rutas de este país, también significa en todo caso que el proyecto debe pasar de uno rentista o unos productivo. La fase histórica es derrotar al parasitarismo económico e, desde ahí, romper con las cadenas del capitalismo para construir una sociedad nueva.