Escrito por: Jonatan Romero.
El socialismo científico planteó hace más de un siglo que la economía capitalista había cumplido su función histórica y, en estos momentos, la permanencia de ese sistema social no tiene ningún argumento. El camino hacia el socialismo es la única vía de la humanidad sino quiere extinguirse de este planeta. Todo está en juego y, en especial, la vida queda en una encrucijada muy bien marcada, como afirmaba Rosa Luxemburg, socialismo o barbarie. Los caminos de la civilización burguesa no abandonan el marco que sentaron un precedente durante el periodo de las dos guerras grandes (1914 – 1945). Lenin y Rosa criticaron abiertamente las ilusiones del método oportunista e iluminaron el camino cuando colocaron en el centro que con Marx y Engels todo y sin ellos nada.
Mucha agua ha corrido debajo de los puentes y mucha tinta ha sido vertida en tantas hojas. El marxismo clásico, como lo definió Luis Arizmendi, ha luchado incesantemente contra la ideología burguesa en todas sus formas: socialdemocracia, liberal y fascista. A veces la izquierda ha cedido espacios en el debate público, en otros momentos ha desplegado todo su potencial en diálogos abiertos y sin censura. Pero, la realidad es muy fría con la humanidad, mientras en este mundo exista capitalismo, el marxismo seguirá dando lecciones sobre el funcionamiento de la economía a nivel general y en cada fase histórica. “Las conciencias buenas” sugieren sobre los estudiosos de la obra de Marx y Engels que ellos son unos extremistas y violentos. Hay que recordarle a “los pacíficos” que la economía burguesa genera la praxis revolucionaria en tanto la violencia sistémica se encuentra en el corazón de la ley del valor que se valoriza.
Si el siglo corto XX comenzó con la apotema socialismo o barbarie, pues el siglo nuevo XXI reditará esa misma bandera de lucha. Mientras los sofismas monetaristas y posmodernos encubrieron la realidad con su famosa idea del fin de la historia, por otro lado, la lucha de clases avanzó durante los primeros decenios de esta era. El neoliberalismo ha sido muy efectivo, ya que, por un lado, las elites se han enriquecido y, por el otro, los dominados han sucumbido a la miseria más cruel nunca antes vista por la humanidad. Los defensores de la ideología burguesa se encargaron de difundir las razones de la superioridad del capitalismo, pero la realidad fue más certera al explotarles en su cara toda la violencia sistemática que esconde este orden social. El socialismo científico emerge dentro de este caos y anarquía tanática, porque las premisas epistémicas revolucionarias no salen de la mente de desequilibrados, fanáticos o resentidos, sino las propias condiciones de la sociedad burguesa dan la materia prima para realizar los análisis comunistas.
José Blanco escribió un texto en La Jornada el 11 de julio de 2023, dicho trabajo lo bautizó “Limites del capitalismo”. La idea central versa en dos direcciones bastante interesantes: 1) la sociedad burguesa no caerá únicamente por sus propias contradicciones económicas y 2) el colapso civilizatorio no es una ficción realizada por una película de ciencia ficción, sino se presenta como una realidad indiscutible. En esas líneas, el autor presenta un balance crítico del sistema capitalista, en donde ubica la tensión progreso y devastación como el eje central de la economía capitalista. Mientras en el mundo teórico existen las ideas sobre un capitalismo social o humanitario, por el otro lado, Blanco cuestiona abiertamente que la solución a las crisis cíclicas burguesas también se convierte en la perdición de esa sociedad.
La lectura crítica debe enfocarse en el desenvolvimiento de la propia economía capitalista, es decir la organización social particular se basa en la tasa de ganancia. La cuota de beneficio lo es todo para el burgués, sin esta no hay posibilidad de evolución dentro del orden capitalista. Por eso, la dinámica de la ganancia también requiere contrarrestar sus ciclos, es decir, se deben contemplar los dos siguientes elementos: 1) los instrumentos para alentar la subida y 2) los mecanismos para contener su caída. Ahí se encuentra el pecado original de esta civilización, ya que su salvación también llega a ser su mismo declive. El colapso de la ley del valor que se valoriza está atado a su propia dinámica de fortalecimiento. Por eso mismo, el autor manifiesta en su texto que la burguesía no podrá ser derrotado únicamente en los márgenes económicos, porque esta sociedad estaría dispuesta destruir el planeta antes que ceder a su hegemonía.
Ahora, el texto resaltará dos elementos centrales para la discusión previa que son los siguientes:
Primero, la Organización de Naciones Unidas informó sobre la cuestión de seguridad alimentaria que 1) 2 mil 400 millones de personas no tuvieron acceso constante a alimentos el año pasado, 2) 738 millones enfrentaron hambre y 3) 148 millones de niños sufrieron retraso del crecimiento. Cuando el marxismo clásico afirma en sus análisis que la economía capitalista apuesta por una sociedad de la muerte, pues no está siendo extremista, sino que se basa en la realidad concreta. La sociedad burguesa no puede bajo ningún argumento garantizar que toda la población tenga asegurado sus tres comidas diarias. Bajo esta apotema, la barbarie no solo es la guerra militar, sino también el control de los medios de subsistencia que bajo este orden social causan la muerte de millones de mujeres y hombres.
El informe en cuestión hizo dos declaraciones muy interesantes: 1) “la situación en el oeste de Asia, el Caribe y África, donde 20 por ciento de la población del continente experimenta hambre, más el doble que el promedio global” y 2) América Latina es la región donde más cuesta comer saludablemente en comparación con Asia, África, américa del Norte y Europa”. La conclusión básica es de manera panorámica que la idea de cero hambrunas será un desafío abrumador. Los marxistas dirán en sus escritos que solo bajo el comunismo esa meta se hará realidad. El diagnóstico es muy desalentador, ya que, según la ONU, “Más de 3 mil 10 millones de personas no pudieron costear una dieta saludable en 2021, un incremento de 134 millones de personas en comparación con 2019”.
En este sentido, el modelo neoliberal no dio los resultados que prometió durante su promoción a nivel mundial. Mientras ellos argumentaban en los medios de comunicación que el reino de la abundancia llegaría a la sociedad en su conjunto, por el otro lado, el saldo era el siguiente: “783 millones de personas sufrieron malnutrición crónica, 600 millones de personas seguirán padeciendo desnutrición y 148 millones de niños menores de cinco años están atrofiados”. Cuando el fin de la historia sentenció a muerte al marxismo, no se preocuparon por el funcionamiento del propio sistema al que estaban encumbrando. Al final, la ciencia revolucionaria dejo una vez más demostrado que la crítica al capitalismo viene acompañada de un análisis pulcro de la sociedad en donde nos encontramos.
Segundo, la ONU anunció en su informe “Un mundo de deudas” que “El sistema financiero global es un fracaso”. Según Antonio Guterres, “en el mundo se permite que 3 mil 300 millones de personas vivan en países donde los gobiernos gastan más en el pago de intereses de su deuda externa que en educación o salud”. La declaración previa es bastante clara, ya que una civilización que premie el dinero y la usura no podrá valorar a la vida humana. Mientras el mundo se consume por la hambruna, el sistema financiero ahoga con sanciones a los pobres para que paguen deudas que en muchos casos nada tiene que ver la clase trabajadora que es sacrificada. No es posible seguir soplando un sistema económico, político y cultural en donde el beneficio sea más importante que la humanidad y la naturaleza. Sino transformamos el sistema capitalista, entonces este nos llevará la ruina total y absoluta.
La Jornada escribe en su rayuela del 13 de julio de 2023 que “Tarde, pero por fin, la ONU admite que el modelito, o sea el neoliberalismo, ha traído un desastre a la humanidad”. Los comunistas diremos que la sociedad se está tardando en admitir que el capitalismo es un sistema civilizatorio obsoleto y que se debe transformar en uno nuevo. Como las cosas están en estos momentos, apostar por un capitalismo reformado y social o esperar que las contradicciones económicas tumben este orden social podría considerarse un suicidio colectivo. La clase trabajadora debe entender en los márgenes de su propio destino que futuro solo hay uno y que se llama comunismo.
Luchar por un mundo donde todos tengamos el derecho a vivir felices no es una opción, sino una cuestión de vida o muerte.