Escrito por: Edgar López Rosales

Algunos compañeros podrían responder que es culpa de Mario Delgado, algunos otros consideran que con la llegada de Luisa Alcalde a la presidencia se retomará el rumbo, pero en ambos casos sería tener una visión muy estrecha del problema. Porque independientemente de la responsabilidad que pueda tener Mario Delgado y su camarilla, el asunto no se trata solamente de personas, sino fundamentalmente de tendencias políticas.  

Entonces planteando nuevamente la pregunta ¿Por qué no existe democracia interna en morena? La respuesta es debido a la tendencia política del reformismo. ¿Pero que es el reformismo? El reformismo es una tendencia política que se caracteriza por realizar cambios graduales y pacíficos al régimen, pero sin destruir al régimen.

Morena es un partido político que se enmarca en los límites del capitalismo y dentro de la democracia burguesa. Tanto en la política de Morena como en la política de AMLO, no se plantea cambiar el sistema económico capitalista (ni siquiera se menciona en sus análisis) sino que solo plantea hacer una serie de reformas al régimen partiendo de concepciones morales o éticas (porque es lo “correcto”, ayudar a los pobres).    

Esta tendencia política reformista no es nueva en la lucha, sino que es bastante vieja a pesar de que se intenta pasar al humanismo mexicano como algo novedoso. Asimismo, es mentira que el marxismo no haya contemplado la variable de “la corrupción” dentro del análisis político, al contrario, Marx señala claramente que el capitalismo es un sistema basado en el lucro y la obtención de ganancia, y que, en su afán desmedido de acumulación, la sociedad burguesa “enterró la dignidad personal bajo el dinero”, quedando todo esto asentado en los tres tomos de El Capital.   

Finalmente ¿Quién corrompe a los “honorables” políticos con carretillas de billetes? La respuesta no puede ser otra, que los capitalistas en su ambición desmedida de ganancia. Y mientras exista el capitalismo existirá la corrupción.

La lucha por reformas y contra la corrupción es correcta, pero lo que no es correcto es ocultar a la clase trabajadora que el principal enemigo es el propio sistema capitalista que los explota. El sistema capitalista se basa en la explotación del hombre por el hombre a través del trabajo asalariado, y mientras exista el capitalismo no pueden existir mejoras reales para la clase trabajadora. La explotación es explotación, y por más “humanismo mexicano” que le quieras poner, sigue siendo explotación.  

Los reformistas se consideran los doctores democráticos del régimen, y consideran que si se corrige uno que otro exceso del capitalismo todos podemos vivir mejor (y sin necesidad de romper vidrios); sin duda, a todos nos gustaría evitar ese trago amargo que significa la lucha de clases, pero la realidad es que todos nos encontramos inmersos en el sistema económico capitalista, y este sistema capitalista se encuentra asfixiado por las contradicciones y antagonismos de sus dos principales clases sociales: la burguesía y el proletariado.  

Por lo tanto, el concepto de democracia no está exento de esta lucha de clases, al contrario, dentro del capitalismo solo pueden existir dos tipos de democracia: la democracia burguesa y la democracia proletaria. Y esto se ve reflejado al interior de morena.

Democracia burguesa y democracia proletaria

Dentro de la democracia burguesa todo mundo es libre de decir lo que quiera, cuando quiera y donde quiera, pero esta aparente libertad termina cuando empieza el dominio del capital, porque al final los que verdaderamente mandan y deciden en la sociedad son los dueños del capital.

La democracia burguesa es una simulación, porque solo favorece a los intereses de una clase social: la burguesía. Como decía Marx, a los oprimidos solo se les permite elegir cada tres o seis años qué miembros de la clase dominante los ha de representar y aplastar en el parlamento, pero de ahí en fuera al pueblo no se le permite decidir ni elegir nada. Es por eso que la democracia interna de morena no puede ser una simulación.

Por otro lado, la democracia proletaria supone la organización democrática de la clase trabajadora a través de asambleas y comités. No solamente para elegir candidatos, sino para tomar decisiones de todo tipo económicas, políticas, sociales, culturales, etc.; porque finalmente solo la clase trabajadora puede saber los problemas que la aquejan.

La realidad es que en morena no existe una democracia interna, los candidatos son electos en acuerdo cupulares y no en asambleas, las tómbolas ya se volvieron una farsa, los comités de base solo existen en el papel, asimismo las violaciones sistemáticas al estatuto son una realidad. Los reformistas de derecha como Mario Delgado y su camarilla se encuentran más cercanos a los métodos de la democracia burguesa: la simulación, el amiguismo, el compadrazgo y el despilfarro de dinero.  Por otro lado, los reformistas de izquierda como Citlalli, el Fisgón e incluso el propio AMLO, se sienten más cómodos con los métodos proletarios de lucha como marchas, mítines, plantones, etc.; pero sin hacer un llamado a luchar contra el capitalismo.

Esta política reformista vacilante de no destruir al régimen se refleja en los métodos organizativos de la cúpula de morena. Los reformistas tanto de derecha como de izquierda han dejado claro que no están dispuestos a organizar a la clase trabajadora bajo métodos democráticos, ya que si lo hacen no podrían seguir repartiéndose los puestos y cargos públicos como lo hacen actualmente, a través del amiguismo, compadrazgo, dedazo y acuerdos cupulares, pero sobre todo existe un enorme pavor a que el “Tigre” se salga de control, ya que la organización democrática de la clase trabajadora supondría que el proletariado adquiera conciencia histórica y empiece su lucha contra el capitalismo y la lucha por el socialismo.

El reformismo supuso un gran avance democrático en el país, pero morena no puedo ser candil de la calle y oscuridad de su casa; no se puede luchar democráticamente contra los poderes corruptos como el poder judicial que solo metía familiares a la nómina, pero al interior de morena sigamos con las prácticas retrógradas de poner familiares y al “hijo del jefe”.

Si se quiere construir un movimiento entorno a una personalidad están en su derecho, pero que se diga abiertamente; porque el movimiento en su conjunto requiere la organización democrática de la clase trabajadora.

Sin entender estas contradicciones políticas del reformismo, cualquier intento de democratizar morena está condenado al fracaso, y solo presenta a los compañeros ante las masas como oportunistas en la lucha de cargos. De ahí que intentos de democratizar morena como el de la Convención Nacional morenista se terminen dispersando, ya que tampoco plantean ninguna ruptura con el reformismo ni tampoco ninguna crítica al capitalismo.  

AMLO tiene a Madero como referente democrático, pero nosotros tenemos a Marx. Le agradecemos a AMLO todo su esfuerzo que ha dado con el movimiento, pero para que el movimiento pueda seguir avanzando es necesario impulsar la democracia proletaria al interior del partido. Asimismo, no se trata de plantear una ruptura organizativa con morena, sino de plantear una ruptura política con el capitalismo, porque finalmente «No se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva.» (Karl Marx, Mensaje a la Liga de los Comunistas, 1850).

Edgar López Rosales

Morenaje 2011

Congresista fundador de morena 2012

Congresista de morena 2015

Por Edgar López Rosales

Economista, marxista y fundador de morena