Escrito por: Jonatan Romero.

La dialéctica materialista, como la bautizó György Lukács, es una herramienta política que tiene como objetivo desenmascarar las quimeras burguesas. Mientras el capitalismo oculta o trastoca la realidad, por el otro lado, la praxis revolucionaria lee a la vida cotidiana desde una lente crítica. La búsqueda de la verdad no solo se trata de una responsabilidad de las ideas, sino también se compromete por las luchas de la clase trabajadora en su conjunto. Los comunistas no les escriben a las musas y tampoco realizan estudios para un grupo cerrado de “eruditos”. Lo que importa, al final de cuentas, son los intereses del proletariado, sus luchas también le pertenecen a la teoría emancipadora.

El patriarcado se ha convertido en un tema recurrente, tanto los debates se dan en los círculos de los marxistas como también la discusión se incentiva en los espacios del centro y de la derecha. La problemática se aproxima en las lecturas anti-marxistas que proliferan a lo largo del mundo como resultado de la crisis de la Unión Soviética. Para muchos, los comunistas reducían todo el orden a una lucha entre burgueses y proletarios, mientras que olvidaban otras dimensiones del dominio a nivel general. Una de esas líneas de investigación es el patriarcado, es decir que el marxismo no desarrolló supuestamente una interpretación sobre este horizonte epistémico. Para aclarar el punto, este escrito debe incorporar algunas lecturas sobre esta dimensión de la realidad capitalista que valen la pena recuperar para evaluar la obra de Marx y sus discípulos.

De esta manera, yo sintetizaré la discusión en las siguientes posiciones epistémicas:

Primero, la lectura de los terratenientes afirma que el patriarcado es el mejor de los caminos posibles y niega absolutamente las contradicciones de esa esfera del dominio de la propiedad privada. Esta lectura no solo no reconoce la lucha contra el patriarcado, sino que lo glorifica y lo lleva a la idea del mejor mundo posible. Estos no quieren dar un paso hacia atrás en el modelo opresor y aspiran no solo a mantenerlo dentro del desarrollo de la lucha de clases, sino que pretenden acelerar las contradicciones a tal grado que no les interesan las consecuencias adversas en la humanidad. Cualquier intento por liberar a la humanidad de este sistema patriarcal sería considerado como pecado y los terratenientes acusarían a todos de ir en contra de los designios de un poder supremo más allá de la comprensión humana: algunos lo llamarían dios.

Segundo, la lectura burguesa tiene una complejidad sobre la anterior, puesto que, por un lado, impulsa una crítica al patriarcado clásico, pero por el otro, lo fortalece mediante la organización social capitalista. En otras palabras, la promesa capitalista está en liberar a la humanidad de modelo patriarcal, pero esa esclavitud se ve modificada en una forma asalariada. En el pasado, la servidumbre estaba en el hogar, ahora esa se traslada a la fábrica o las empresas. Antes, la jaula se reducía a un espacio más pequeño, en el presente, ese espacio se amplía en uno más vasto en donde existen varias dominadas recluidas en ese lugar. La promesa de la libertad solo aparece como viable en tanto la humanidad se esclaviza bajo la forma asalariada. El patriarcado condenaba a una parte grande de la población al hogar, ahora esa se emancipa de la casa, pero queda atada bajo el grillete del salario.

El patriarcado burgués utiliza todos los mecanismos de su antecesor, pero la anexa el dominio del capital sobre el trabajo asalariado. En ese sentido, el marxismo puede llamar en términos generales y pedagógicos que existe una subsunción formal y real del patriarcado bajo el sistema burgués. La formal incluye el dominio de la clase trabajadora femenina bajo la lógica del salario, es decir, huyen del dominio del hogar, pero para sobrevivir necesitan de esclavizarse de la manera moderna. La real necesita no solo de reproducir la fuerza de trabajo femenina, sino que el patriarcado queda modificado bajo el modelo capitalista. La modernidad capitalista prometió un mundo más allá del patriarcado, pero en su afán de luchar por la producción de plusvalor le entregó la batuta a este y lo puso a sus servicios. Esta segunda interpretación gira en termino generales en la dirección de que el sistema patriarcal se funde con el dominio del trabajo asalariado.

Tercera lectura, los posmodernos emergieron desde una lectura más crítica que las dos anteriores, ya que no se detienen en las concesiones al patriarcado. El patriarcado es uno de los pilares de la dominación de la actualidad y este debe ser superado a como dé lugar. Las medias tintas no existen y la lucha frontal contra esta dimensión del dominio es una cuestión clara y determinante. La cuestión central radica en la peculiaridad de que el dominio queda en el ámbito del género. Es decir, la lucha de clases queda relegada a un plano inferior y se enfoca el problema en el enfrentamiento entre hombres y mujeres. El patriarcado suele ser visto como el sistema donde el hombre domina a la mujer. Esta lectura avanza en determinar que existe un mecanismo de opresión especifico y ese debe ser superado de manera general. Pero, su límite radica en su visión anti-marxista, ya que no reconoce los aportes de Marx y Engels y tiene que relegar el problema a una cuestión del género masculino y femenino.

Cuarta lectura, el marxismo clásico juega un papel importante en este tema, aunque “los eruditos de la izquierda nueva” quieran regatearle los progresos teóricos, pero el patriarcado fue desarrollado por Marx y Engels. El patriarcado no es una lucha permanente entre el hombre y la mujer, sino aparece bajo dos condiciones esenciales: 1) la propiedad social se transmuta en propiedad privada y 2) la línea hereditaria ya no le pertenece a la madre, sino pasa al padre. En todo caso, la apropiación privada de los frutos de esfuerzo humano es el eje central del patriarcado, ya que unos cuantos se apoderan de gran parte de la riqueza social. Al final de cuentas, el patriarcado tiene su raíz en la esclavitud en donde, por un lado, los amos existen en el mundo, y, por el otro, los esclavos mantienen los privilegios de los primeros. La esclavitud no solo está en el orden de la producción de la riqueza social, sino también va en la reproducción de la especie, es decir: la familia.

La esclavitud no existe, porque se esclavice a la mujer, sino que la mujer es esclavizada, porque la esclavitud se generaliza en la sociedad. La abolición de la esclavitud también significa la superación del patriarcado. En la moderna sociedad capitalista, el dominio se basa en la relación trabajo asalariado y capital, es decir la propiedad privada de los medios de producción presupone a la sociedad burguesa. El patriarcado moderno está subsumido bajo la lógica del capital, es decir la lógica de la reproducción de la fuerza de trabajo está determinada bajo ciertas leyes que impactan no solo al hogar sino también a la fábrica. El marxismo es muy claro al respecto, para superar el patriarcado se debe socializar los medios de producción. Pues, la subsunción del mundo bajo el capital promueve intensamente la esclavitud de las mujeres y de los niños y solo cuando la sociedad supere esas condiciones entonces la igualdad y la equidad en todos los seres humanos podrá llegar.

Finalmente, la crítica al patriarcado es la crítica al sistema capitalista y viceversa. Uno no puede ser abolido si se mantiene el otro polo. La lucha de los comunistas también es por la abolición del patriarcado. Quienes sugieran la independencia de la lucha económica y de la liberación de la mujer, entonces no pueden ser considerados de izquierda. Pero, el eje central reside en la crítica a la relación social de producción capitalista y como esta subsume a la propiedad privada y al patriarcado. El marxismo clásico fue el primero no solo en desarrollar la frontera del patriarcado, sino también en desarrollar ampliamente su fase histórica moderna. En tanto los comunistas luchan por la emancipación de los proletarios, también quieren anular al patriarcado y, por ende, lo que se pone en juego es el reino de la felicidad de la humanidad.